Últimamente las idas al antro han sido suplantadas por la asistencia a reuniones sociales tales como graduaciones y bodas. Yep, estamos envejeciendo. Sin ánimos de ofender, creo que nadie disfruta estos festejos más que el festejado. Así que el viernes, disfrazada de señora decente y acompañada por mi esposo, asistimos a la graduación de Pau (¡Bravo Licenciada!) y descubrimos algunos detalles que no pueden faltar en estos eventos:
- El Pollo Infeliz: Esta pobre ave se parte del menú de cualquier graduación que se respeta e invariablemente sabe a mierda.
- El pariente ebrio: Es aquel tío, papá o primo que confunde graduación con barra libre y aprovecha para emborracharse hasta donde puede. Se le reconoce por los ojos rojos o la cabeza apoyada contra la mesa.
- La mujer-embutido: Espécimen femenino que a pesar de sus 240 kilos se empeña en caber en un vestido complicado con escote adelante y atrás. El resultado es una serie de hilos que aprietan sus carnes las cuales buscan una salida hacía afuera. Una mezcla entre una salchicha alemana y la Sirenita gone bad.
- Las canciones infalibles: Caballo Dorado, la Macarena, el Venadito y en general cualquier tonada que puede ser acompañada de un baile estúpido que todos conozcan.
- Los globos, orejitas y demás regalos del grupo: Acompañantes de las canciones infalibles y que dotan a la congregación bailante de una buena dosis de ridiculez. Bailar con unas orejas de venado: NO ES SEXY.
- Las porras: Esto es nuevo para mí. Las familias entusiastas de los graduados entonan unas porras futboleras y compiten entre sí. Les faltaba una coreografía y unos pompones y listo.
- Me descolgué las cortinas: Son los vestidos que bien podrían tapar nuestras ventanas o nuestras mesas y que tienen motivos de florecitas o de rayas.
- El look lo es todo: Mujeres que deseando lucir su cuerpo escogen vestidos que sí pueden verse muy bien pero con los cuales no pueden caminar o levantar el brazo sin que se asome un seno. Camina por la fiesta como estatuas rígidas u optan por no levantarse de su asiento. Por mi parte soy, es obvio, de los que se sientan y se divierten burlándose de los demás. No es mucho mejor pero uno se ríe mucho.
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