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jueves, 8 de marzo de 2007

Las mujeres en el poder


Harvard no había visto esto desde ... 1636. Por primera vez en su historia, la universidad estadounidense más célebre decidió, el 9 de febrero, confiarle las riendas del poder a una mujer.

La tarea de la futura presidenta, Drew Gilpin Faust , historiadora de 59 años, es doble: manejar doce facultades, un presupuesto anual de tres mil millones de dólares y un fondo de cerca de treinta mil, y curar las heridas abiertas por su polémico predecesor, Lawrence Summers , que desató una guerra civil en el seno del plantel al declarar que las mujeres son menos aptas que los hombres para las matemáticas y las ciencias.

¿Curar las heridas? íHe ahí una cosa que las mujeres saben hacer! De no ser por el furor provocado por Summers, ¿habría sido elegida Gilpin Faust para dirigir Harvard? La pregunta quedará sin respuesta. Especialista en la guerra de secesión, y del papel que en ella desempeñaron las mujeres, Drew Gilpin Faust confió a The New York Times el consejo que le diera su madre cuando era niña: "Esta es un mundo de hombres, querida, y mientras más pronto lo entiendas, te encontrarás mejor."

Ella lo entendió muy pronto. No pudo seguir a sus hermanos a Princeton , pues en esa época la universidad no aceptaba mujeres. Uno de sus hermanos dice que ella es ambiciosa. "Siempre quiso realizar cosas", dice. Acabó conquistando un bastión masculinio.
La ironía es que esa conquista de debe en parte a sus cualidades femeninas ... o a las que se consideran como tales.

¿Existe un enfoque femenino del poder?

Las mujeres tienen la tendencia a pensarlo así, pero los hombres son más escépticos. En los países occidentales, la multiplicación de mujeres dispuestas a llegar a la cumbre, en la política y en la empresa -- aunque ese número sea minoritario _, ahora permite poner a prueba algunas ideas preconcebidas, con la advertencia que formula la antropóloga Fran oise Héritier: "Una dirigente femenina no tiene cualidades fundamentalmente diferentes de las de uno masculino." El cerebro en ambos sexos funciona de la misma manera.

La jerarquía de los sexos no es un hecho biológico sino cultural, explciaba ella recientemente en Le Monde 2, y después en un chateo en el sitio interactivo de Le Monde. En el curso de la historia de la humanidad, las diversas civilizaciones "han construido con una fuerza inusitada un modelo de inferioridad, incluso en la cabeza de las mujeres. La dominación masculina constituye un modelo universal que rige al conjunto de nuestras sociedades."

LAS MUJERES TIENEN OTRA CONCEPCION DEL PODER

Incluso la presidenta letona Vaira Vike-Freiberga, que se define "primero como ser humano" y considera que "el liderazgo no es ni masculino ni femenino", reconoció a através de su portavoz que ser mujer "puede ayudar en materia de mercadotecnia política".

La mayoría de las mujeres en el poder revindican abiertamente la diferencia, como Michelle Bachelet, cuya llegada a la presidencia de Chile , el 11 de marzo de 2006, implicó "una verdadera revolución cultural", rompiendo con el estulo patriarcal de su predecesor, Ricardo Lagos , según explica Marta Lagos , directora del instituto de sondeos Mori, en Santiago .

Pediatra de formación, madre de familia, divorciada, socialista, a la presidenta Bachelet le gusta celebrar grandes reuniones con todos sus ministros, consulta mucho antes de decidir, sale de fin de semana con sus colaboradores, especialmente las mujeres.

Ella está convencida de que sus compatriotas querían "un nuevo tipo de liderazgo, el que simboliza una mujer". Y está segura de que las mujeres hacen política de otra forma: "No ambicionan el poder por el poder, sino por la misión que cumplen. Quieren un país competitivo, pero también acogedor y más solidario."

Abiertamente feminista ella también, María Teresa Fernández de la Vega, número dos del gobierno español desde marzo de 2004, no niega el peso de la educación en el enfoque femenino del poder, pero constata: "Nosotras, las mujeres, aportamos una visión distinta. Estamos mejor preparadas para compartir, vivir juntas, resolver los conflictos. Es una cultura que nos viene de la esfera privada, escuchar, incluir y no excluir. Tenemos un sentido práctico de las cosas que hace que nos concentremos en la solución del problema, en la búsqueda de lo que nos une, más que de aquello que nos separa."

A LAS MUJERES EN EL PODER NO LES GUSTA RODEARSE DE MUJERES

Gran novedad en relación con la generación precedente, las mujeres de poder del siglo XXI se revindican como tales, manifiestan su feminidad, hacen de su herencia cultural una carta de triunfo más que una desventaja. ¿Quién ha olvidado la corona de trenzas rubias y los tacones agudos de la ex primera ministra de Ucrania Yulia Timoshenko?

Ellas se definen como "madres" cuando lo son, incluso como "abuelas" en Estados Unidos, donde eso representa mucha ventaja. Tratan de ayudar a sus colaboradores a conciliar el trabajo y la familia ... íno se empieza una reunión a las 8 de la noche!

Tratan de hacerle lugar a otras mujeres, a anclar ese poder recién conquistado, lo cual no era una preocupación para una Golda Meir o una Margaret Thatcher . Excepciones en un mundo de hombres, éstas no consideraban como prioridad ampliar el círculo femenino: tenían bastante qué hacer con imponerse ellas mismas.

Se acabó la época de la mujer dominante a la cabeza de batallones de cabezas calvas y trajes grises. Michelle Bachelet formó un gobierno paritario con diez mujeres. Hillary Clinton se rodea de mujeres desde hace tiempo, Ségolne Royal tiene un equipo mixto. Apenas elegida a la presidente del Movimiento de Empresas de Francia (Medef) en 2005, Laurence Parisot nombró a siete mujeres en el consejo ejecutivo, de 45 miembros, y colocó a mujeres en su guardia cercana y en la cabeza de las comisiones de la organización patronal.

El equipo de dirección ampliada de Pat Russo , presidenta y directora general de Lucent-Alcatel, cuenta con 30% de mujeres. Nombrada ministra del ambiente por Helmut Kohl en 1990, Angela Merkel quedó estupefacta ante una pregunta del canciller sobre su capacidad de "ponerse de acuerdo con las mujeres".

Claro que podía hacerlo. Actualmente canciller, su círculo cercano es tan mayoritariamente femenino que al otro lado del Rhin lo llaman el "campamento de mujeres".
Gloria Macapagal-Arroyo, presidenta de Filipinas, ha hecho una cuestión de honor nombrar mujeres embajadoras en los países asiáticos dirigidos por hombres.

El gobierno español -- ocho hombres, ocho mujeres -- se hace fuerte nombrando mujeres en puestos importantes del sector público. Anne Lauvergeon, jefa del grupo nuclear Areva , no ha colocado a mujeres en puestos clave de su grupo, pero se comprometió a que el 50% de las personas contratadas en 2007 fueran mujeres. Y ha establecido guarderías en las empresas.

Como muchas mujeres en Francia, Anne Lauvergeon sufre del "síndrome de cuotas": antes quedarse solas que sufrir fracasos debidos a promociones artificiales. La integración de las mujeres en la industria, decía ella en 2006, "se va a realizar de manera progresiva, sin discriminación y sin cuotas".

Habiendo sufrido ellas mismas la experiencia de la discriminación, las mujeres son más sensibles al argumento de la diversidad extendida a las minorías étnicas: "Servir a la diversidad es servir a la causa de las mujeres", decía Laurence Parisot en Challenges.

LAS MUJERES EN EL PODER SON "MENOS INDIVIDUALISTAS"

Las mujeres prefieren consultar, solicitar y escuchar antes de decidir. Laurence Parisot "se nutre de las reflexiones de otros antes de decidir su propia marcha", dice una colaboradora cercana. "Yo escucho todos los puntos de vista, creo en el trabajo de equipo", asegura Pat Russo . "No existen logros individuales."

El método pasa a veces por la tergiversación: la gestión "femenina" de Michelle Bachelet fue muy criticada en ocasión de su primer gran reto, la revuelta estudiantil de 2006: demasiado diálogo, muy poco liderazgo. "No toda revindicación debe ser percibida como un problema", replicó.

"No debe haber miedo por las movilizaciones, las protestas o las diferencias."

En realidad, las mujeres en posición de responsabilidad no desdeñan "ir al contacto", cortar por lo sano. "Nada perturba si se habla", afirma Anne Lauvergeon. " Creo en la virtud de la discusión directa, en torno de la mesa familiar como en torno de la mesa de consejo", explicaba Carly Fiorina , ex presidenta y directora general de Hewlett-Packard , a propósito de sus tumultuosas relaciones con su consejo de administración, que acabó por expulsarla en 2006.

Consultar no excluye ejercer la autoridad. En Poitou-Charentes, muchos de los que se codearon con la presidenta de la región hablan de su modo de decisión "autoritario". Explicación de un sindicalista: "Ségolne pasó veinte años para imponerse en la región. A fuerza de en frentarse con reacciones machistas, acabo reforzando su voluntad de autoridad."

LA MUJER EN EL PODER ES MAS SUAVE

No, la mujer en el poder no es tierna. Algunas logran conjugar suavidad y firmeza: opuesta a la energía nuclear y a la adhesión de su país a la Organización del Tratado del Atlántico del Norte, Tarja Halonen , presidenta de Finlandia, se ha mostrado muy determinada en esas dos causas.

"A mi parecer, ésos son valores suaves, más bien femeninos", señala Pertti Timonon, politólogo de la Universidad de Tampere, Finlandia, "pero su firmeza sobre esos dos temas le da un carácter masculino. A fin de cuentas, es esa mezcla de valores suaves y de determinación lo que ha hecho su popularidad."

Pero cuando la firmeza se basa en valores "duros", es sorprendente la ferocidad de su determinación. Es en ese aspecto en el que los críticos descubren los sobrenombres: la inolvidable "Dama de Hierro" que fue Margaret Thatcher le abrió el camino a la "Dama de Granito" en la persona de Nancy Pelosi , flamante presidenta de la cámara de representantes de Estados Unidos, a la "Dama de Hielo", en la menos cálida Carol Galley , de Merril Lynch, a "Kamikaze Pat", en Pat Russo , "Anna la Atómica", en la presidenta de Areva que también sabe manifestarse como "una excelente boxeadora", según Raymond Lévy, ex presidente de Usinor , "Drew la Sierra Eléctrica", en la nueva presidenta de Harvard, que redujo en una cuarta parte los efectivos de su facultad, sin olvidar, claro, a "la Virgen de los Calzones de Hierro", cortesía de Salman Rushdie para Benazir Bhutto, ex primera ministra de Pakistán. Magdalena Alvarez , ministra de equipamiento en el gobierno español, se ha convertido en "Mandalona" ... y la lista es inagotable.

Por muy "duras" que sean, a ellas les cuesta trabajo esconder su estado de ánimo. La "Dama de Hierro" dejó morir a dos huelguistas de hambre del ERI, pero no pudo contener las lágrimas en público cuando le avisaron que su hijo había desaparecido en el desierto (fue encontrado posteriormente). Carly Fiorino reconoció sin ambajes por televisión haber quedado "lastimada" y "devastada" por su despido.

En realidad, mientras más suben, las mujeres más tienen necesidad de solidaridad. Ruth Bader Ginsburg , única mujer en la suprema corte de Estados Unidos, confió a sus estudiantes de derecho que se sentía "muy sola" tras la partida de su colega Sandra Day O'Connor . A sus ocho colegas masculinos les falta, agregó, "cierta sensibilidad".

La juez Ginsburg toca en eso un punto importante: la masa crítica. Sola en una dirección colectiva, una mujer es una excepción y rara vez logra imponer otro modo de funcionamiento. En Nueva Zelanda, durante un año, hasta agosto de 2006, todos los puestos políticos clave (primera magistratura, gobierno general, presidencia del parlamento, jefatura de la suprema corte) estuvieron ocupados por mujeres y nadie se quejó.
Muy solidarias y cómplices, las mujeres del gobierno español tienen esa fuerza de ser ocho, a tal punto que se dejaron convencer de posar para la revista Vogue, vestidas por modistas famosos. Fue una forma de decir: "Somos muchas y podemos hacer cosas de chicas", pero que la clase política tomó en otro sentido.

En general, los españoles señalan que, después de tres años, la complicidad de las ministras no se ha extendido a la parte masculina del gobierno.

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